La ciencia de un club de lectura
En todos los libros que he publicado se repite el mismo nombre en los agradecimientos: Magdalena. Así se llama quien fue mi profesora de literatura durante tercero y cuarto medio; su influencia se ha extendido en mí desde entonces, tanto en mi carrera de escritora, como en mi vida de lectora.
Sobre prestar libros
Mi librero ya va en su cuarta copia de Plataforma, mi novela favorita. Las tres anteriores las presté con entusiasmo a personas que pensé que la podían disfrutar y luego comentar conmigo. Esas tres ediciones moradas de Anagrama jamás volvieron a casa. ¿A quiénes se las presté? Imposible acordarme.
Leer poesía, sin saber si soy lo suficientemente inteligente para entenderla
Hay una clase de lenguaje y comunicación que todo niño, niña o niñe que haya pasado por la educación chilena subvencionada o municipal -como es mi caso- vivió: la clase donde se leyó un poema.
Leer el amor: Una guía de lectura para corazones inquietos
Porque soy sobre todo una lectora, creo que he aprendido a amar leyendo. He acompañado todas mis relaciones afectivas con libros que llevan marcados de forma invisible nombres que forman mi historial amoroso.
He necesitado afirmar esas experiencias en historias, citas, reflexiones. Me he buscado a mí misma y a mis preguntas entre miles de páginas que han pasado por mis manos, porque al final la literatura lo contiene todo.
En defensa de la autoayuda: El coaching de bolsillo como método de salvación
Ordenar el caos parece ser la premisa. ¿El objetivo? El anhelo de sentir tranquilidad, autocontrol, mejorar la autoestima o superar algún miedo. Dejar atrás frustración tras frustración por semanas, meses y hasta años de intentos sin resultados. Listados, bien enumerados, de metas y propósitos que buscan, este año –sí que sí– ser cumplidos, pero que se han acumulado sin notar el paso del tiempo. Todos en estado: por lograr.
Cosmología cuántica ft. El amor en la era del wifi
Hablar de La vida ya superó a la escritura requiere que entremos en el lenguaje de la cosmología cuántica y del reggaetón. Los poemas de Tilsa Otta miran al cielo, más allá de lo que el ojo humano puede llegar a ver; planetas, universos, lunas y astros. Hacia la materia prima que compone nuestro planeta, la Tierra, y también nuestros cuerpos: esos cúmulos de polvo de estrellas que leen.