
Cuando no podía hablar, un libro me salvó
Cuando tenía un poco más de tres años, me diagnosticaron un trastorno ansioso: mutismo selectivo. No podía hablarle a nadie que no fuera mi madre, mis dos hermanas y mi abuela, a quien, a veces, tampoco le dirigía demasiadas palabras.

Reivindicar el fracaso de nuestras emociones: una guía queer de lectura
Un pequeño escenario: recreo en el colegio. Tocan el timbre y llega ese instante en el que varios grupos intercambian miradas porque saben lo qué harán, como la previa a empezar una coreografía.

¿Por qué leemos lo que leemos?
Por un camino imperceptible llegan libros a mis manos, ruegan ser leídos. Algunos quedan ahí como migajas olvidadas. Una adicción a comprar más libros de los que puedo leer, me empuja.

Mi personaje de papel: Valentina Reyes
IFemelu es una mujer nigeriana joven, cuya historia narrada en la novela Americanah, de Chimamanda Ngozi Adichie me impactó en distintos niveles.

En contra (y a favor) de los bestsellers
Nunca me gustaron los bestsellers. Hay algo en la manera en que son escritos que no me convence. Mucha cursilería, mucho recurso fácil, mucho blablá y poco sustento. La forma como simplifican fenómenos complejos –desde el amor, pasando por la violencia, las familias, la salud mental– me estresa.

Silencio, por favor
De niño le temía, en mi juventud lo despreciaba, pero ahora, mañoso y terco, me volví un adicto al silencio.