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“Leer en español me da un placer inimaginable”.
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El Culebrón
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Cuando no podía hablar, un libro me salvó
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La delicada intimidad de leer en voz alta para otro
Nos gusta leer
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Revista Libra
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Nos gusta leer ✳︎ Revista Libra ✳︎
Doris llegó muy temprano al consultorio para no perder la hora del examen. Estaba ahí desde las siete y media de la mañana. Era su último trimestre de embarazo y una sospecha de diabetes gestacional la tenía en esa sala de espera, en el box de toma de muestra de sangre. Jamás se vio en una situación así, una estrecha salita, repleta de personas murmurando, tosiendo, reclamado, llantos y risas de guaguas. Las voces se le venían como marejadas.
La tranquilidad con la que habla Amalia Ulman (1989) desde su departamento neoyorquino no coincide con su imparable productividad: en los últimos trece años ha montado más de veinte muestras de artes visuales —en galerías de Europa, Estados Unidos y China—, escrito un buen puñado de ensayos, también un par de cuentos, publicado dos libros y, lo que la tiene más cerca de algo parecido a la fama, hecho dos películas completamente suyas.
Cuando tenía un poco más de tres años, me diagnosticaron un trastorno ansioso: mutismo selectivo. No podía hablarle a nadie que no fuera mi madre, mis dos hermanas y mi abuela, a quien, a veces, tampoco le dirigía demasiadas palabras.