Amalia Ulman “Leer en español me da un placer inimaginable”.
Fotografía por Monika Mogi
La tranquilidad con la que habla Amalia Ulman (1989) desde su departamento neoyorquino no coincide con su imparable productividad: en los últimos trece años ha montado más de veinte muestras de artes visuales —en galerías de Europa, Estados Unidos y China—, escrito un buen puñado de ensayos, también un par de cuentos, publicado dos libros y, lo que la tiene más cerca de algo parecido a la fama, hecho dos películas completamente suyas.
Por Cristóbal Bley
Nació en Argentina, pero al año de vida sus padres migraron a Gijón, España. Allí creció, luego estudió Bellas Artes en el prestigioso Centre Saint Martins de Londres, vivió en Los Ángeles y ahora en Nueva York. Allí está buscando un libro, el último libro que leyó, pero no lo encuentra ni tampoco recuerda su nombre. “No se llama La perra pero yo le digo La perra”, dice por Zoom, “porque sale una perra en la portada y se trata de una escritora vasca y su relación con una perra en celo”.
Son las tres de la tarde y lleva toda la mañana respondiendo preguntas sobre
su última película, Magic Farm, que se acaba de estrenar en MUBI tras un aplaudido recorrido por Sundance y la Berlinale.
Escrita, dirigida y actuada por Ulman, es la historia de un equipo audiovisual hipster, tipo Vice Media, que llega a un pueblo rural argentino en búsqueda del autor del último viral musical internet. Ese patético choque cultural se vuelve cómico e incluso tierno bajo la mirada de Amalia y con el protagonismo de Chlöe Sevigny.
Pero nosotros no hablaremos de Magic Farm ni tampoco de El Planeta (2021), su anterior película, donde ella y su madre actúan de madre e hija. Hablaremos de sus lecturas.
¿Entonces el libro no se llama La Perra?
No. Pero lo leí mientras estaba de vacaciones en Gijón y me gustó muchísimo —cuenta, con un acento más español que argentino pero más gringo que español—. También fui a la feria del libro de la ciudad y compré un par de cosas. Como este proyecto: unos mapas reales sobre cosas literarias. Este, por ejemplo —lo muestra a la cámara—, es el mapa de (Federico García) Lorca, cuando estuvo en Nueva York. Muestra la ciudad como era en esa época y tiene todas las cosas relacionadas con su visita. Y luego estuve comprando algunas cosillas que recuerdo de ir al colegio en España. Una de ellas es Platero y yo, en esta edición antigua que me gusta mucho. Estoy interesada en escribir una versión de él. ¿Lo conoces? Es una historia muy bonita sobre la amistad entre el protagonista y un burrito.
¿Prefieres leer, ahora mismo, en inglés o en español?
Depende. Cuando leo en español me da un placer inimaginable y leo mucho más rápido. En español sé memorizar y leer al triple de velocidad de lo que lo hago en inglés. Entonces sí que me trae más placer leer en español.
Pero en inglés tienes más posibilidades.
No sé, me gusta escribir en inglés. Cada idioma trae una cosa distinta. Por ejemplo, en non-fiction, el inglés me gusta más, porque es un poco más casual, sobre todo hablando de arte. En español, el mismo texto, puede sonar extremadamente esnob. En eso me gusta más la libertad del inglés, que hace sonar todo como un poco más casual. Pero lo que es la literatura, prefiero el español.
Mientras estudiabas fuiste bibliotecaria en tu universidad. ¿Qué te gustó más de esa experiencia?
Tengo autismo y en su momento era uno de los pocos trabajos que podía ejercer, porque no había ni sonidos ni olores fuertes en la biblioteca. Aunque más que bibliotecaria era shelver (reponedora), que es un trabajo más de ordenar los libros. Me hubiese gustado estar en el desk de la entrada, pero lo que trajo de bueno era que al poner de vuelta los libros, yo me encontraba con la investigación que habían hecho otros estudiantes. A veces podía leer un poco la intención de ellos al elegir los libros y todo tenía un poco de sentido, pero de repente habían cosas que nunca había visto y que me sacaban de los caminos que hubiese seguido por mi cuenta. Y eso me gustaba, porque descubría cosas de las que jamás en la vida había oído hablar. Aprendí mucho con eso.
Pienso que el contacto con los libros permite mucho más la aparición de lo desconocido o lo inesperado. En la investigación digital, en cambio, uno casi siempre llega a lo que busca y difícilmente se encuentra con algo improbable.
¡Sí! Ahora mismo odio bastante el internet. No es lo que era. Antiguamente sí que te podías salir de madre y encontrar páginas rarísimas y todo eso. Hoy en día no: buscas algo en Google y se termina a los 30 resultados. Es una basura. Realmente no va a ningún sitio, no ves nada raro. Está todo muy controlado y no te sales de lo que el algoritmo te permite ver.
En ese sentido, creo que es mucho más importante ir a la biblioteca, ir a la calle, hablar con gente desconocida, ir a pasear por sitios distintos, y por ahí te vas encontrando con cosas un poco más fuera de lo que se te espera mirar en internet.
¿Qué opinas de la inteligencia artificial como espacio de búsqueda? Mucha gente está buscando respuestas ahí, desde datos específicos hasta problemas más existenciales.
Me parece una estupidez, por ahora. Lo digo porque yo soy alguien con un background bastante particular. Y hay un montón de cosas, ¡pero un montón!, que yo tengo en mi cerebro, que he aprendido de niña, que conozco culturalmente, y que es imposible de encontrar en internet.
¿Como qué?
Idioma. Yo hablo en dialecto, que solo se habla ahí. Culturalmente hay cosas que nunca fueron documentadas fotográficamente, o si lo están, de forma análoga, pero no están en internet. Mil cosas de mi cultura es imposible encontrarlas. Entiendo que para un norteamericano igual la IA tiene mucho más sentido, porque la IA se basa principalmente en la cultura estadounidense.
Igual para ellos la IA sí tiene muchas respuestas, pero para alguien como yo, no. Y así como yo, un montón de otra gente también.
Si su cultura no está representada de forma académica ni ha sido digitalizada, ¿cómo va la IA a saber sobre ella? Entonces, hasta que la IA no haya incorporado todo eso, a mí no me trae nada nuevo. De hecho, he tenido un montón de problemas intentando que la IA me ayude, porque las respuestas que me da son tan básicas que no me sirven de nada.
Además está provocando una homogeneización cultural, que todo se ve muy parecido.
Claro. A mí en ese sentido no me interesa. La información la saca de un sitio que está muy centralizado y muy homogéneo.No estoy en contra, hay gente que lo sabe usar muy bien, y sabe ser creativa con ella. Pero a mí, por ahora, no. Y además lo noto. Cuando alguien me envía algo hecho con IA, me doy cuenta de inmediato.
Los libros más importantes para mí aparecieron sin que yo los estuviera buscando. ¿Te ha pasado lo mismo? ¿Qué libro te marcó o influyó mucho en tu manera de ver la vida y apareció de manera inesperada?
Soy muy fan de Robert Walser y sus microgramas. Siempre me han gustado muchísimo. Por otra parte, me ha hecho mucha ilusión ser amiga de uno de mis escritores favoritos, que es Jorge de Cascante. Es un escritor español que me encanta y organiza también talleres de escritura y he sido parte de ellos algunas veces. Me ha ayudado mucho a escribir por diversión, ya que muchas veces escribo como productora, y me limito mucho. Gracias a él aprendí a escribir cuentos por placer sin estar limitada por el presupuesto de los proyectos, o por cómo filmar las cosas. Y luego un libro que me ha gustado mucho y que me encantaría hacer algo con ello, pero bueno, por la política del momento no creo que sea posible, es el libro de Mickey Hahn, China to Me. Es muy desconocido y solo la gente que ha viajado mucho a China conoce ese libro.
¿De qué se trata?
Es una escritora americana que escribía para The New Yorker en los años 20 o 30, y terminó viviendo en Shanghai. Yo iba mucho a China entonces me interesaba mucho la historia de ella y siempre me ha gustado mucho la época de los años veinte o treinta. Ese libro es maravilloso y tiene todo lo que le pasó. Es un poco como sus diarios viviendo en China, en Shanghai, durante la época dorada. Es un libro increíble, me encanta, y me encantaría poder adaptarlo, pero bueno, hoy está difícil.
Haces muchas cosas, tienes muchos proyectos simultáneos. ¿En qué momento encuentras un tiempo para leer? ¿Tienes una disciplina?
Leo porque me gusta, pero creo que he estado leyendo mucho menos por culpa de mi perro. Me gusta mucho leer en el metro o en sitios donde hay ruido, me concentro más. Pero mi perro (se llama Vanity Fair y es su perro de asistencia) odia los libros y quiere que lo esté mirando siempre, jugando con él. Es un perro grande, trabajador y odia la cultura. Él solo quiere jugar con la pelota, ir al bosque. Entonces tengo que esforzarme más si quiero leer, sino él se enfada.